29 noviembre, 2005

Del móvil a la tarjeta de crédito

No deje que le pillen desprevenido.

Si ha estado atento a las promociones de telefonía móvil, habrá podido comprobar que, de un tiempo a esta parte, han empezado a aparecer ofertas que le permiten comprar a través del móvil entradas de cine, refrescos, canciones, e incluso lotería de navidad. Estas ofertas corresponden a un tanteo deliberado y orquestado por ellos, tratando de habituar y a la vez introducir a los usuarios de móvil a esta nueva forma de compra.

Y es que, bajo el inocente argumento de la comodidad, se esconde la intención premeditada de convertir el teléfono móvil en una tarjeta de crédito. A ellos no les interesa que usted lo sepa, por supuesto; eso reduciría sus ingresos.

Según las últimas estadísticas, el 96% de los españoles tiene teléfono móvil, mientras que sólo el 70% usa tarjetas de crédito. Puede verse claramente cómo el paso de un medio a otro aumentará considerablemente sus expectativas de negocio. La diferencia se explica en que los padres son reacios a entregar tarjetas de crédito a los niños, ya que éstos aún no tienen control de gasto. Pero es importante que los niños tengan un móvil por si les pasa algo, ¿no?.

Y los ordenadores también sirven para trabajar...

Las tarjetas de crédito presentan, además, algunos inconvenientes que refrenan el gasto: por seguridad, todos los pagos realizados son registrados, y es posible que al informar por carta al usuario ésta sea vista por terceros a los que dar explicaciones. En cambio, en los móviles este pago es confidencial. Todo el mundo supone que el saldo se ha gastado en mensajes y conversaciones ¿verdad?

¿Y por qué razon se tomarían ellos tantas molestias?

Por las comisiones. Sí, señores. Por cada compra realizada, ellos le cobrarán a usted 7 u 8 céntimos de su saldo. Un negocio redondo, teniendo en cuenta que hacerse cargo de su operación no les habrá supuesto ningún gasto adicional.

19 noviembre, 2005

Nos vigilan


¿Quiénes nos vigilan? Ellos. No hace falta indicar quiénes son. Todo aquél que crea todavía en el anonimato de internet debería darse un buen chapuzón para despertarse. En realidad, esto no quiere decir que ahora mismo estén vigilándonos; pero podrían hacerlo. Tienen todas las herramientas a su disposición, y sólamente haría falta atraer su atención pronunciando las palabras adecuadas.

Tienen acceso a nuestros correos, nuestras contraseñas, nuestro historial. Podemos ocultar cosas mientras no despertemos su interés, aunque la política que mejor funciona aquí es no tener nada que ocultar. Más bien, la intención aquí es desvelar. Abrir los ojos a las personas sobre lo que ocurre a su alrededor.

Hoy explicaré la causa de esta ceguera: la información llega a las personas a través de estímulos externos, recogidos a través de sus sentidos. El inconsciente está entrenado para atender los cambios en el entorno, de manera que para atender una información estática es necesario hacerlo de manera consciente. A su vez, una información nueva, pero monótona, se amortigua tras un breve lapso de tiempo, para que no siga interfieriendo en los procesos del cerebro. Esta insensibilización es una sutil herramienta de la que se puede sacar mucho partido, y no dude que hay gente que ahora mismo la está usando para sus fines.

Su contramedida es repetir una cosa machaconamente, una táctica que verá utilizar a menudo para mantener viva una situación de ventaja que muy probablemente se perderá en cuanto deje de avivarla. El inconveniente de esta táctica, es que también le afecta el proceso de insensibilización, dejando de ser útil al cabo de un tiempo. Aunque existen métodos efectivos para prolongar su vida útil, éstos no pertenecen al ámbito de este primer mensaje.

Espero que esta introducción les haya sido de utilidad.