¡Las mujeres al poder!
La historia está llena de injusticias, y la de las mujeres no ha sido menos. En aquellos tristes y lejanos años de la revolución industrial, tanto mujeres como niños debían trabajar en condiciones injustas para que hubiera pan para la familia. La mentalidad de la época era que todos debían arrimar el hombro. Marx, gran pensador, ya denunció al pérfido capitalismo por obligar a estos seres tan puros a trabajar por un mísero salario; No obstante, en la utopía socialista, tanto mujeres como niños deberían deslomarse en pro del avance de la nación, pero ya sin injusticias: puesto que el régimen no iba a pagar salarios, era imposible que éstas se produjeran.
Hace poco, se ha vuelto a publicar el típico estudio acerca de la desigualdad de salarios, el cual se basa en hacer la media aritmética de los sueldos de todos los hombres y mujeres de una empresa. Como toda matemática recreativa, los resultados deben tomarse con mucho escepticismo; para empezar, si estas conclusiones fueran ciertas, entonces ninguna mujer querría trabajar para Microsoft, simplemente por la diferencia en la balanza que debe provocar el sueldo de Bill Gates.
Por otro lado, si fuera cierto que las mujeres cobrasen menos por hacer el mismo trabajo que los hombres (lo cual es mentira, porque es ilegal), entonces lo lógico es que los discriminados fueran los hombres, porque a cualquier empresario le saldría más rentable contratar mujeres en su lugar.
Pero, ay, que todo esto no es más que un plan trazado por ellos, los cuales lo que han buscado es una excusa para colocar a gente de sus filas en puestos de responsabilidad, que al fin y al cabo es lo que importa. Una ley de igualdad numérica, que no de oportunidades, que les permitirá agenciarse unos cuantos asientos de directivos en las instituciones y empresas más importantes del sector.
Y aún nos estarán haciendo un favor.